Hernández Abascal y Asociados
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Hernández Abascal y Asociados inicia operaciones el 11 de mayo de 2013 ante la entrada en vigor del sistema penal acusatorio (juicios oraes) en los distritos de Xalapa y Córdoba en Veracruz. Con oficinas ubicadas en la Avenida Ávila Camacho 213 de la capital del estado y con número teléfonico 01(228)8150752, nos especializamos en atención integral, desde abogados altamente capacitados, hasta peritos e investigadores. Nuestra meta es ser el despacho corporativo más importante del sureste.
Con estudios de Licenciatura en Derecho por la Universidad Veracruzana, Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Cristóbal Colón y Doctorado en Derecho Constitucional por la Universidad de Valencia, España. Es docente certificado por la Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal (Juicos Orales) en México. Es catedrático de licenciatura y posgrado en la Universidad Anáhuac de Xalapa. Ha sido asesor de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social del Gobierno Federal, de la Subsecretaría de Gobierno de la Secretaría de Gobernación y de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados. Ha impartido diversas conferencias y publicado en revistas de México y España. Realizó una estancia de investigación de cuatro meses en la Universidad de Valencia, España al amparo del programa "Jóvenes investigadores de países en vías de desarrollo". Es Director de Argos Asesoría Integral SC, empresa de consultoría dedicada a prestar servicios de capacitación e investigación a diversas áreas de gobierno en materia de seguridad pública, análisis político y desarrollo local.
El Gobernador de Coahuila Humberto Moreira Valdés, al que el senador Guillermo Tamborrel tachó de cavernícola, a través de la legislatura de su Estado envío una iniciativa al Congreso de la Unión para que se pueda aplicar la pena de muerte a los secuestradores que maten a sus víctimas.
Independientemente de que es una propuesta condenada al fracaso –El PAN ha dicho públicamente que está en contra y el PRD también y ambos tienen votos más que suficientes para que dicha propuesta no prospere- es cierto que Moreira no está solo en su propuesta, pues según la encuesta de Parametría de febrero de 2008 alrededor del 60% de los mexicanos estaban a favor de la pena de muerte para los delitos de secuestro, homicidio y violación.
En todo caso y para no perder mucho el tiempo en esta discusión justo es recordar que México abolió en 2005 la pena de muerte prevista en la Constitución y debido a los tratados internacionales firmados por nuestro país no la podemos poner de nuevo en vigor, sin embargo y como se ha vuelto un tema de actualidad expondré algunas de las razones en contra de la aplicación de dicha pena:
La razón de la Constitución: Los artículos catorce párrafo segundo y veintidós párrafo primero no permiten la pena de muerte, por lo que en principio debería haber una reforma de la Constitución, para lo que se necesita el 66% del Congreso de la Unión –el PAN y el PRD tienen suficientes diputados y senadores para detener la reforma, como ya se dijo- y el 50% más uno de las legislaturas de los Estados, por lo que se da por descontado que no pasará tal reforma, además de lo ya expuesto en cuanto a los tratados internacionales.
La razón de los derechos humanos: Los derechos humanos son un conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional. El principal derecho humano es el derecho a la vida –pues sin el no se pueden concretar los demás- por lo que es impensable que el Estado niegue ese Derecho con la idea de proteger la vida.
La razón de la democracia: En una democracia las mayorías son temporales, por eso hay un ámbito en el que la mayoría no puede decidir y ese es el de los derechos humanos, en ese sentido la pena de muerte puede parecer adecuada para la mayoría legislativa –por lo menos del Estado de Coahuila- y aún para la mayoría de los mexicanos, pero como esa mayoría puede cambiar de opinión y la mayoría del Congreso de Coahuila puede dejar de serlo en la siguiente elección, hay cosas que están vedadas para ellas, entre ellas el decidir si el Estado tiene derecho a quitarle la vida a alguien, pues como es obvio una vez aplicada la pena no hay forma de volver a la situación anterior.
La razón de la ética: El ser humano es un fin en si mismo. La incapacidad de conocer la plena verdad sobre la culpabilidad del procesado hace inviable éticamente correr el riesgo de equivocarse. En todo caso sólo es ético matar a alguien en legítima defensa, como bien lo previenen nuestros códigos. La pena de muerte es cuestionablemente una pena, como si lo es la prisión, en realidad quienes acaban sufriendo la pena de muerte son los familiares del victimario, no él.
La razón de la corrupción: Si en México se sancionan penalmente alrededor del 1% de los delitos cometidos, no parece que la pena de muerte vaya a cambiar mucho las cosas y sabemos todos la corrupción que impera en nuestro sistema de justica. Las probabilidades de ejecución de inocentes son muy altas para atreverse a tomar el riego.
La razón de la ineficacia: No queda claro que la pena de muerte sea eficaz en la reducción de los delitos, más bien al contrario. En realidad, fuera de Estados Unidos, donde ha quedado clara su ineficacia la mayor parte de los países que aplican la pena de muerte como son China, Irán, Congo, Arabia Saudita, Cuba o Pakistán, se constituyen o como países con gobiernos autoritarios o como Estados religiosos que por obvias razones no tienen mecanismos de transparencia, además de que ocupan la pena de muerte para ejecutar a los opositores políticos del régimen.
La razón de Moreira y tribus que lo acompañan: “Lo que está a discusión no es la pena de muerte sino como lo vamos a matar” (Moreira Dixit), el Gobernador habla de la posibilidad de degollarlos, ahorcarlos o fusilarlos, pero se inclina por el fusilamiento, por ser más económico. El PVEM, -único partido ecologista en el mundo a favor de la pena capital- presentó una propuesta en la Cámara de diputados a favor de la pena de muerte. Ángel Castro Mata, líder del PT en el Congreso de Nayarit dijo que propondría la pena de muerte en conjunto con el PRD local, argumentando una razón incuestionable: “En Nayarit es viable aplicar la pena de muerte; no podemos agarrar a nalgadas a los delincuentes, tenemos que aplicar mano dura, soluciones drásticas y estamos a favor”.
La realidad es que Moreira sabe que no pasará su propuesta, pero ella lo coloca en los medios y sabe que un sector importante de la población, ante la desesperación de que el crimen no cesa en nuestro país, apoya tal propuesta, en fin, el mundo de las cavernas, ahora debemos sumar a las más de cinco mil muertes de este año aquellas que se den por la aplicación de la pena capital. Que bueno que el grupo de cavernícolas más agresivos no controla el poder.
No a la pena de muerte porque lo que necesita México es fomentar una cultura de respeto a la vida, porque la mayoría de los mexicanos debemos rechazar la violencia como medio para resolver los problemas y porque no somos como los narcotraficantes, los secuestradores, los violadores o los cavernícolas. O como Moreira.
El conocido grito de campaña de Barak Obama, que aquí utilizamos desde hace años como ¡Si se puede! (¡Yes, it can be done! es la traducción literal) se transformó en una sola frase que en el discurso del triunfo del primer presidente no blanco –en realidad no es negro, es mulato y por tanto representa al nuevo ciudadano del mundo: el mestizo- de la historia de Estados Unidos resume los sentimientos universales de este magnífico triunfo: “Y cuando tengamos dudas y oigamos a algunos decir que no podemos, respondamos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí, podemos”.
La democracia, “el peor sistema exceptuando a todos los demás” como dijo Winston Churchill vuelve a dar esperanzas a un mundo sumido en la falta de certeza que provoca la crisis de las ideologías –Ya nadie sabe con claridad que significan los términos izquierda y derecha y en realidad no importa-, el miedo por el renacimiento de los fundamentalismos –de todos los credos- y la parálisis por la crisis económica que amenaza cono derrumbar los incipientes avances mundiales en la lucha contra la pobreza.
No queda claro si Obama podrá contra todos esos problemas, en realidad queda claro que no podrá solo, la única certeza es que el mundo ha cambiado, que hemos adquirido la conciencia en todos los rincones del planeta de que se puede cambiar, de que todos somos responsables del cambio necesario e impostergable.
En México vivimos tiempos aciagos, como si algo nos faltara muere el Secretario de Gobernación al caer su avión, sumando esta tragedia a la ya cotidiana sangría provocada por la delincuencia organizada, además de la crisis económica, que no por ser mundial deja de lacerar, sobre todo a una parte importante de los mexicanos, que con toda razón pueden exigir su derecho, ya, a vivir mejor, dignamente.
Estoy convencido que México está viviendo su mejor momento histórico, que precisamente las desgracias que estamos pasando ayudarán a crear la conciencia social de poner un hasta aquí a una situación de la que todos somos responsables, de que queremos construir un México mejor para nuestros hijos, de que estamos seguros que si podemos, que el hartazgo social ante una realidad que no nos gusta se transformará en una realidad mejor, de hecho ya está sucediendo.
Las señales del nacimiento de una conciencia nacional de que en este barco vamos subidos todos y que más nos vale evitar que se hunda cunden por todos lados, desde el brutal atentado en Morelia hemos adquirido la conciencia de que la lucha contra la delincuencia organizada es una lucha que le toca ganar a esta generación, que no se puede tolerar ni un momento más esta situación de incertidumbre, de miedo.
Los partidos políticos y su pequeñez crónica, agravada por una clase política cuya visión a más largo plazo es la siguiente elección están intentando ponerse de acuerdo, por fin, entendiendo que la ciudadanía ya está harta de sus conflictos sin sentido. El que hayan acudido prácticamente todos los miembros de la élite política mexicana al homenaje a Juan Camilo Mouriño al Campo Marte es una señal de que van entendiendo, aunque con cierta lentitud, que los mexicanos queremos que tengan una visión de Estado, de futuro. De algo les podría servir leer el discurso de aceptación de la derrota de McCain, del que una sola frase dice todo: “Le deseo al hombre que era mi oponente y que será mi presidente que Dios le ilumine…”.
No son momentos para temores y mezquindades, es ahora o nunca, estamos ante la oportunidad histórica de subirnos de una vez por todas en la locomotora del mundo –de hecho estaremos en la reunión del G-20 para refundar el sistema financiero mundial-. En estos momentos no hay lugar para las dudas, para el temor, debemos construir un México mejor, más justo, debemos ganarle a la delincuencia organizada, debemos ver hacia adelante, nunca más ver a otro mexicano como enemigo porque piense diferente.
La democracia se construye todos los días, los estadounidenses han sabido renovar su sueño en medio de la peor crisis de los últimos años, nosotros debemos por fin tener un sueño, el de que nuestros hijos puedan ser libres del temor, libres de la pobreza, libres de la ignorancia. ¡Si se puede! Es nuestro sueño y debemos ir por él.
La crisis financiera en Wall Street –ahora devenida en crisis económica global- nos muestra la realidad de un mundo cada vez más complejo, difícil de explicar y entender mediante fórmulas fáciles, antiguas y desgastadas, como las poco inteligentes y superadas derecha e izquierda.
Hasta el momento y si todo sale bien –o no tan mal como pudo haber salido- la crisis financiera está en camino de superarse fundamentalmente por unas ideas aplicadas por el Primer Ministro del Reino Unido Gordon Brown “Mr. Prudence”, consistentes en la nacionalización parcial de los bancos –realizada hace ya algunos años con éxito por Suecia ante una crisis similar- y la propuesta de formar un nuevo orden financiero internacional – un nuevo Bretton Woods- que se han convertido en la tabla de salvación para recuperar una confianza, que como bien se sabe es infinitamente más fácil perder que recuperar.
La idea esparcida como una ocurrencia genial de que Estados Unidos está entrando al socialismo por nacionalizar parcialmente sus bancos es producto de un análisis insulso que no permite ver una realidad que nos ha estallado en la cara y que fundamentalmente se puede expresar como el derrumbe del capitalismo extremo, ocurrido casi veinte años después del derrumbe del socialismo real, lo que demuestra cuan equivocados estaban los dos, es decir, nada para nadie.
Los partidarios de un libre mercado todopoderoso y sin regulación se han dado con la cabeza en la pared, del mismo modo que sus antagonistas lo hicieron a la caída del muro de Berlín, una derecha asustada ante sus excesos se enfrenta ante una izquierda que no atina a construir una propuesta viable, que convenza, lo que en cierto sentido son buenas noticias.
Esta crisis –de la que tarde o temprano saldremos- nos ha enseñado que ninguna de las dos visiones tiene del todo razón, por parciales, limitadas y excluyentes, sino que se puede tomar lo mejor de las dos para construir un mundo mejor, en resumen la tercera vía de Anthony Gidens, curiosamente británico también, como Gordon. Ni todo al mercado ni todo al Estado será la divisa de los nuevos tiempos por venir.
La propuesta del grupo integrado por los países industrializados conocido como G8 –Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá, Alemania y Rusia- de integrar un G13 al sumar a los países emergentes- término utilizado para países que están a medio camino entre el subdesarrollo y el desarrollo- como China, India, Brasil, México y Sudáfrica, va encaminada al reconocimiento de que el mundo cambió, que la complejidad del mismo no puede ser dirigida por un solo país –Estados Unidos de América- que por cierto se encuentra en una crisis existencial provocada en su mayor parte por Bush y su visión corta y unidimensional del mundo.
En resumen, un mundo multicultural, globalizado y complejo no se puede gobernar con fórmulas limitadas y excluyentes, la derrota de la izquierda y la derecha es una excelente noticia, si algo se ha demostrado históricamente es que las ideologías sólo sirven para sembrar odio, es hora de entender y respetar la diversidad, en ese sentido un Estado Social y Democrático de derecho – en el que la libertad y la igualdad conviven y se sintetizan a partir de acuerdos mínimos que pasan por el respeto a las normas jurídicas y al proceso democrático de elección- representa lo mejor de los dos mundos, una síntesis entre el culto al mercado y el culto al Estado.
En todo caso es necesario volver la cara al ser humano, razón última de todas las formas de pensar y de gobernar, es precisamente colocando en el centro del mundo a ese ser inmenso y diverso, respetando la existencia del otro, explorando nuevas soluciones y no intentando aplicar medicinas viejas para enfermedades nuevas como construiremos un mundo mejor. No estaría mal echarle un vistazo al significado de la palabra ética, lo que le hace falta a los “pequeños” representantes de dos visiones fracasadas por no entender una nueva realidad mundial, en la que el ser humano deberá ser libre si, pero igual también.
El lunes por la noche México fue testigo del acto más ruin y despiadado de los últimos años, un atentado terrorista en pleno festejo del “grito” en Morelia. El miércoles acudí, en Valencia, España -en el cumplimiento de las actividades que forman parte de la estancia de investigación a la que me invito la Universidad de Valencia- a un coloquio sobre derecho procesal penal y derechos fundamentales en Europa, donde un tema central fue precisamente el terrorismo y la forma de atacarlo.
Malas noticias para México, el terrorismo y sus variantes: política, fundamentalista religiosa o como parece ser en nuestro caso, “narcoterrorismo”, es sumamente difícil de prevenir y de erradicar. Ante la “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror” (RAE), se han intentado dos modelos de respuesta en el occidente; el primero de ellos, con fundamento en el “derecho penal y procesal penal del enemigo” y la “guerra preventiva”, es aplicado por los Estados Unidos, lo que ha servido de fundamento para la Patriot Act, que limita el derecho fundamental al debido proceso, con detenciones arbitrarias y tortura de por medio y para las invasiones a Afganistán e Irak.
El modelo de respuesta europeo ha sido más respetuoso de los derechos fundamentales-o menos irrespetuoso, para ser exactos- teniendo como marco la creación del espacio europeo de libertad, seguridad y justicia, que implementa una serie de acciones entre las que destacan: prevención, preparación y gestión de las consecuencias del terrorismo, cooperación judicial, intercambio de información e incremento de funciones de inteligencia, entre otras.
Me parece que lo del lunes es sólo el comienzo, pues esta acción se enmarca en una estrategia para aterrorizar a la sociedad civil y que ésta presione a su vez al gobierno para que haya una especia de tregua o negociación para permitir a los narcotraficantes llevar a cabo su “negocio” en paz, lo que es inaceptable, a pesar de que algunos irresponsables consideran esa una vía para solucionar el problema, no obstante tiene que quedar claro que un estado democrático no puede “pactar” con grupos delictivos para permitirles incumplir la ley, quien apoya esa idea no tiene absolutamente la menor idea de lo que habla.
El problema va más allá de declaraciones grandilocuentes y de posturas electorales o ideológicas, el terrorismo llegó a México, es apenas el comienzo, debemos trabajar en un modelo para combatirlo. El modelo estadounidense es peligroso, pues no debemos olvidar –ahora menos que nunca- que la mejor protección ante el terror es enfrentarlo, no dejarse intimidar y mucho menos permitir que los derechos alcanzados después de tantos años se nos limiten por culpa de un grupo de asesinos.
El trabajo conjunto, cotidiano, de inteligencia, depuración policial y aplicación de la ley es el único camino, requiere paciencia y sacrificio, pero de alguna manera es el pago que tenemos que hacer debido a dos razones: la falta de respeto a la legalidad de la cual somos todos un poco responsables y la necesidad de fortalecer los cimientos de una verdadera democracia, donde el disenso no signifique enemistad, la policía infunda confianza y los ciudadanos podamos salir a la calle sin miedo. La irracionalidad del terrorismo debe combatirse con la razón.
El que todos los partidos, poderes y sociedad trabajemos juntos para derrotar este flagelo no significa que claudiquemos de nuestro derecho a disentir, a cuestionar, a manifestar nuestros desacuerdos, en realidad es la única forma de garantizar que lo sigamos teniendo.