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Ubicación
Descripción
Durante la infancia es la mejor etapa para mostrarles a los niños como cuidar un perro, un gato o cualquier otra mascota; ya que adquieren responsabilidades, aprenden a amar y respetar a los animales, desarrollan el cariño y la bondad, asà como mejoran aspectos de su personalidad que no son apropiados en las relaciones con sus iguales. Los niños aprecian a un compañero que no es crÃtico con ellos y que les recibe felizmente en cualquier circunstancia, son muy importantes especialmente en hijos únicos.
Cada vez es más frecuente encontrarse con matrimonios divorciados, parejas en unión libre asà como adultos solteros de mediana edad, que padecen un alto grado de depresión. Es mejor encontrarse una mascota al llegar a casa que encontrarla vacÃa, ya que la presencia de un animal es reconfortante y ayudar a prevenir los efectos depresivos de la soledad. Además, mantiene su tiempo ocupado con la mascota, le permite enfocar su energÃa y crear relaciones sociales con otros adultos en sus mismas condiciones.
Es una realidad que a partir de los años 80 se produjo una caÃda en el Ãndice de la natalidad, creciendo el número de parejas sin hijos. Estas parejas normalmente no se quedan sin hijos, sin embargo en lo que planean una familia; adquieren con cierta frecuencia un perro o gato como compañÃa. Se considera al animal como un sustituto de unos hijos que no llegan, no tienen o que no desean, dándoles los cuidados y afectos iguales que unos padres harÃa con sus hijos.
Los adultos mayores se preocupan por el vacÃo que genera la soledad al llegar a esta edad. Una mascota puede ayudar a llenar este vacÃo por las conversaciones que se mantienen con ellos, mejora su bienestar por tener mejor estado fÃsico y estar menos preocupados de sus problemas de salud, asà como una mayor sensación de seguridad en sà mismos. En residencias geriátricas se apreciaron beneficios inmediatos después de la introducción de mascotas en los programas terapéuticos.